lunes, 7 de julio de 2008

Aprendiz de cabalista

Dos veces al año tenemos vacaciones, dos veces al año tenemos París, dos veces al año tenemos Milán, dos veces al año tenemos Nueva York, dos veces al año tenemos Gaudí, dos veces al año tenemos Cibeles y dos veces al año tenemos las rebajas, lo que me lleva a pensar que el 2 es el número cabalístico de la moda. Pero las rebajas son malas, son dañinas, quieren acabar con nosotras y por eso, dos veces al año, los medios nos hacen la misma recomendación, que compremos con cuidado, que sólo adquiramos aquello que necesitemos y que hagamos una lista de compras. ¡Pues no! ¡Ya está bien! Necesitar, lo que se dice necesitar, ninguna necesitamos nada, yo tengo 200 pares de zapatos, no necesito más, pero y lo bien que me lo paso una tarde de shopping con las chicas revolviendo entre los Dolce y Gabbana, los Prada, los Gucci, los Cavalli, los Blahnik o los Christian Louboutin de la temporada, qué . No es justo que todos los años nos cuenten la mima batallita, y encima duplicada. Como mujer exijo, no, reivindico mi mayoría de edad como despilfarradora semestral y mi derecho al consumismo y además lo pienso ejercer una vez más, en toda su extensión. Este speech se lo envié a las chicas por e–mail el viernes desde el trabajo, convocándolas a las cinco en punto de la tarde, hora lorquiana, a una huelga de compras a la japonesa (cuanto más mejor) por las boutiques más selectas de Huelva. Hubo disparidad de opiniones, una de ellas me manifestó todo su apoyo y me dijo que compartía mi filosofía al 100%, a otra le pareció una ocurrencia divertida y se rió mucho "con mis cosas", como ella las llama y la más sensata se reafirmó en que cada día estoy peor, que no tengo remedio y que lo mejor sería acompañarme y controlar un poco mis desmanes. El caso es que las tres, por una razón o por otra acudieron a la cita y así emprendimos una maratón por las rebajas de la ciudad. Después de casi cuatro horas de trabajo, la vida de las compradoras es muy dura, en las que además quemamos un montón de calorías (para que luego digan: Cuidado con las rebajas), nos fuimos a cenar cargadas de bolsas con cosas súper chulas. Cuando Manolo nos vio entrar se llevó las manos a la cabeza, él no entiende estas cosas, al fin y al cabo es un hombre pero también un caballero que nos ayudó con los paquetes y nos sirvió inmediatamente cuatro manhattan para que nos relajásemos. Estábamos felices, pletóricas. El mejor invento de los últimos años son los Oultet, ni siquiera el chocolate se le puede comparar, y ¿hay algo mejor que el chocolate?