domingo, 22 de marzo de 2009

El color púrpura

La pasada noche les planteé a las chicas un tema al que llevo tiempo dándole vueltas: La reencarnación. Como el tema prometía, antes de entrar de lleno en materia, una de mis amigas le pidió a Manolo cuatro manhattan y con una malévola sonrisa le dijo que cuando viese que habíamos vaciado las copas nos las rellenase en absoluto silencio. Manolo asintiendo, dejó caer un irónico, la señorita, está otra vez filosófica ¿verdad chicas? ¡Paciencia! que siempre se le pasa. Con un gesto de resignación las tres asintieron y se dispusieron a escucharme. No creo que nos reencarnemos, pero esto es como lo de las meigas, haberlas, haylas, les dije. Esta filosofía oriental explica muchas cosas. Por ejemplo cada año que pasa me gusta menos el invierno, me da más tristeza, me cuesta más salir de casa y sólo me apetece acurrucarme en el sofá calentita, ver una película en blanco y negro, comer bombones, leer un libro, oír música y dormir, pero de pronto llega la primavera y todo cambia. Me apetece pasar el día en la calle paseando, haciendo shopping, de terracitas, bailando… Lo que me lleva a pensar que en otra vida he sido osa (siempre femenina). En invierno me dedico a hibernar y el resto del año a vivir rodeada de luz y de color, por cierto, que los colores de esta primaveras son súper chulis. La carcajada de las chicas fue sonora y sonada. Esta vez, según ellas, me había superado a mi misma. Pero lo mejor fue que sin querer, con mi último comentario les di pie para que dieran un giro a la conversación y comenzaran a hablar de los colores de la temporada.
Lo más in son los colores vitamínicos, perfectos para la primavera, la estación del año en que tenemos que hacer más acopio de vitaminas para luchar contra la astenia primaveral. Son tonos intensos, fuertes. En la orilla opuesta está toda la paleta de rosas, desde el fucsia hasta el palo. Me priva la combinación del color más dulce y el más elegante ¡Es tan glamourosa! El tándem más chic del momento lo conforman el blanco y el negro. Para ir a trabajar es ideal el gris perla y si lo mezclamos con cualquiera de los flúor, resultaremos inquietantes. Imprescindible una pieza en el no color, tono maquillaje o nude, de apariencia límpida y desnuda pero con una fuerte carga de erotismo. El azul intenso, marítimo y profundo es otro de los imprescindibles. La chispa de la vida es patrimonio del alegre y vivaracho naranja y la espiritualidad de los violetas y morados, pero lo mejor es que por fin el maleficio se ha roto y el color maldito, el amarillo, uno de mis favoritos, ha logrado imponerse. ¿Se habrá reencarnado Moliere?