domingo, 29 de marzo de 2009

La mano que mece la cuna...

Es la mano que domina el mundo. Siempre me ha intrigado el sentido de estas palabras, y el sábado 21 de Marzo, a las 13,30 horas en la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Madrid, tras el bautizo de Alicia, comprendí su significado. Así resumí el viernes a las chicas la ceremonia a la que había asistido una semana antes, pero claro, ellas no se conformaron y me pidieron. Corrijo. Me exigieron, detalles, descripciones y no "frases". Como me apetecía bastante hacerles la crónica me hice poco de rogar y sólo necesitaron pedirle a Manolo unos manhattan helados para convencerme.
Alicia es un bebé de cuatro meses, sonrosadito, de pelo rubio y ojos garzos. Su naricilla es una chispa caída de la varita de un hada y su dulce sonrisa te envuelve cuando te mira. Es muy alegre, come bien, duerme mejor y sólo llora cuando tiene hambre o no puede dormir, entonces, se hace notar exigiendo sus derechos porque es un bebé de carácter. Está llena de vitalidad y tremendamente espabilada. Para sus papás es un regalo de los dioses. La princesa de la casa se comportó como un ángel y acudió a su primer acto social como mandan los cánones, vestida con un traje de cristianar a la vieja usanza. Nada de ranita, ni de faldón rosa, ni de vestidito. Nuestra protagonista siguió la tradición rigurosamente. Faldón de manga larga beige, en organza, con encaje de Valenciennes y puntilla, triple babero en el cuerpo, lazada de raso en la cintura y lacitos de raso en los hombros. El conjunto se completaba con la capa y el gorrito. Las zapatitos del mismo tono que el traje, y para la ocasión, la muñequita lució una pulsera de perlas y oro repleta de medallitas que había sido de su mamá y una medalla, herencia de su abuela Livia, que la estuvo contemplando desde las alturas, sujeta por un alfiler, regalo de su otra abuela. Los padrinos y los padres perfectos. Ellos, al igual que los abuelos y tíos, como marcan los cánones, con traje y corbata. La madrina, muy glamourosa, con falda de volantes y top, la madre, muy elegante con un vestido cuello halter y abrigo primaveral y los más jóvenes, modernos y estilosos. No podía faltar el malva, uno de los colores de la temporada que fue elegido por la tía abuela de la pequeña, ni las flores lucidas por una de sus tías, ni el blanco y negro en que coincidieron madre, madrina y tía, ni el clásico traje sastre de la abuela y de alguna invitada, ni el top del verano, el traje de bermudas azul, que vistió otra de las tías de la homenajeada. ¿Quién mece la cuna, mamá, papá, o el bebé?

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