martes, 13 de mayo de 2008

La zapatilla de cristal

Aún hoy me embarga la melancolía de la despedida. Con la llegada de la primavera se producen sentimientos contradictorios y uno de ellos es la alegría por volver a los brazos de la brisa marina y a la cálida sonrisa de Manolo y la tristeza de la despedida del acogedor rincón de nuestra particular cristalera y ese guiño picaruelo de Gabi. La noche del viernes era la noche del adiós y para una fecha tan especial y emotiva tenía que buscar algo que estuviese a la altura, así que me puse a mirar entre mis trapos escudriñándolos con lupa y ya casi estaba cayendo en un estado de desesperación cuando de repente encontré una caja que estaba al fondo del armario, la abrí y en su interior había una preciosas bailarinas rojo metalizada de Miss Sixty que me había comprado al inicio de la temporada y de las que ni me acordaba, eran justo lo que necesitaba para la ocasión, así que con ellas en los pies decidí el resto de mi equipamiento: moderno, desenfadado y juvenil, había que esforzarse por poner un toque de alegría en un momento de tristeza.
Mis manoletinas de Caperucita roja me condujeron la noche del viernes, puntual como Cenicienta, a la última cena de la temporada con Gabi. El primero en darse cuenta de mi look fue él, le dije que las había estrenado en su honor, para que tuviera un bonito recuerdo de nuestra última cena, a las chicas tampoco les pasaron desapercibidas y cuando nos disponíamos a comentar la tendencia de zapatos de este verano apareció Gabi con cuatro manhattan y así sellamos un pacto: nosotras recordaríamos sus manhattan, él las bailarinas.
Las sandalias, las espardeñas y los náuticos de este año son una pasada, naturales, frescos, dinámicos, puro diseño. Ideales los grabados de cocodrilo y serpiente con brillos intensos, metalizados y en gama dorada, de Roberto Cavalli que conjugan la comodidad del calzado plano con la sofisticación del material y el colorido. Las plataformas de Mustang en verdes, amarillos o naranjas resultan muy chic. Para la noche imprescindible unos taconazos de Prada elegantes y lujosos, estilo Art Nouveau con flores, hadas, sedas... y llamativos detalles. Mi debilidad son los manolos, sus stilettos blancos no pueden ser más glamourosos, pero este año tiene un serio competidor que sin duda va a pasar a formar parte de mi colección, los Peep-toe y si tienen correas en el tobillo mejor que mejor, en rosa neón, verde o cobalto, de Christian Louboutin, son tan sexys que es imposible imaginárselos. Pasaron las horas, y de repente el reloj marcó las doce. Las luces se entrecerraron, el restaurante cerró y comenzó a sonar El tiempo pasará, nuestro regalo para Gabi ¿Será cierto, siempre nos quedará París?

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