lunes, 7 de abril de 2008

Yellow submarine

"We all live in a yellow submarine/, a yellow submarine, yellow submarine". Mis clásicos, me encantan mis clásicos. La verdad es que ni por edad ni por generación deberían, pero he de confesar que sin los Beatles y sin Elvis no sabría vivir. La otra tarde iba paseando tranquilamente a reunirme con las chicas, cuando de repente la musiquilla pegadiza de la emblemática canción de los chicos de Liverpool empezó a repicar en mi cabeza y sin darme cuenta entré cantándola en voz alta en el restaurante, me acerqué a la mesa y saludé a las chicas al compás del estribillo. Se echaron a reír y me saludaron con un "¡qué loca estás!". Tuve que reconocer que tenían razón, pero es que el colorido que había visto mientras me paseaba por las calles de Huelva me había puesto tan contenta que, como siempre que esto me ocurre, me eché a cantar.
Mis amigas, que tan bien me conocen, en seguida me preguntaron a qué se debía tanta euforia, y, mientras Gabi me traía un manhattan helado al son del "yellow submarine", les conté que los colores de esta primavera, que son sencillamente divinos, me habían producido un efecto alucinógeno que me tenía en puro canto.
No puede faltar esta temporada en nuestro armario el ya mítico blanco, ideal para cuando queramos dar un aspecto de tiernos y dulces angelitos pero si lo que pretendemos es alcanzar el sumum de l
a elegancia nada como combinar el ying y el yang, es decir el blanco y el negro. En esta época del año es muy normal que necesitemos un aporte extra de vitaminas, porque ya se sabe que la primavera es traidora, por tanto qué mejor que el suplemento de vitamina C que precisamos lo obtengamos vistiéndonos con cualquier prenda naranja, un color alegre y divertido; y la inyección justa de optimismo nos la regale el favorecedor y coqueto verde lima. La primavera es pícara, es traviesa pero también es entrañable y espiritual y para esos momentos de misticismo, el violeta, el color del Vaticano, refinado y difícil a la vez, es el idóneo. El toque chic lo pone el rosa, un color hiperfemenino y delicado, perfecto para embaucar a la pareja en una velada romántica.
Estoy encantada porque hay dos colores que están en el top y que me enloquecen: uno, el color fetiche de Valentino, el rojo, cuya sensualidad es glamour en estado puro y el otro, el tono fashion de la temporada es el color maldito, el temido, el innombrable, pero también el intelectual, que se lo pregunten a Molière: el amarillo. ¡Por fin se le hace justicia! No sé si todos vivimos en un submarino amarillo, pero, ¿por qué no intentamos al menos vivir la vida en tecnicolor?

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