lunes, 24 de marzo de 2008

Los chicos no lloran

El sábado, cuando las chicas y yo nos íbamos de retirada, Gabi me llamó en un aparte para decirme que el viernes le tocaba a él ponerse a la última, y que para ello contaba con mi ayuda. Le dije que no se preocupara, que no iba a fallarle y le prometí que haría los deberes para intentar sacar sobresaliente en el examen del próximo día y así, con una promesa de ida y vuelta bajo el brazo, la mía contarle todo sobre la pasarela de chicos y la suya tenernos a punto los manhattan y mis caracolillos, nos despedimos.
La noche de las chicas, cuando llegamos al restaurante, Gabi, fiel a su palabra, nos tenía a punto los manhattan y mi aperitivo. Mis amigas según vieron los caracoles me hicieron una pregunta muda. Saben que cuando nuestro camarero de cabecera nos los sirve sin pedírselos, algo nos traemos entre manos. Para mantener la tensión les dije que hasta la sobremesa no les podía contar qué pasaba y resignadamente esperaron que ésta llegara. A los cafés Gabi se sentó con nosotras y entonces les develé a las chicas nuestro pacto, y les dije que era hora de cumplir mi parte del acuerdo. Les pareció fantástico y sin más comencé con mis deberes.
Para convertir a Gabi en un chico fashion es necesario el atrevimiento de El Delgado Buil: pantalón ancho ¾ en crema, y camisa muy ceñida amarillo chillón. Los vaqueros de Lois si van acompañados de una de las sexys camisas transparentes en tonos minimalistas de Antonio Alvarado le van a producir taquicardias a más de una. Para una noche de conquistas al estilo Cary Grant hay que acudir, sin dudarlo, a los pantalones de cintura alta de Josep Abril, sus jerseys de lana con estampados de esqueletos de Dinosaurios o los de punto grueso de ochos en un azul añil de tuareg urbano, son pero que muy chic para las románticas cenas invernales a la luz de la lumbre. Una tarde en la serranía Onubense en buena compañía bien se merece unos petos transgresores de tiro bajo de Carlos Díez en negro o rojo y ya para romper todos los moldes posibles, no pasar inadvertido y que nunca le olviden, nada más sugerente que una falda masculina como las de Miguel Bosé; la tarde de cine y un punto golfera merece un look de David Delfín, su mono en gris; y la ineludible cita con los suegros ha de ser bautizada por un traje de pantalón pitillo en tonos tierra, tipo niño buenecillo intelectual de Victorio y Lucchino, y el toque elegante lo ponen las gabardinas tipo hombre duro para cualquier situación. ¿Están nuestros chicos preparados para tanta modernidad y atrevimiento en su indumentaria?

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