lunes, 24 de marzo de 2008

Tintineo de burbujas

En el reloj daban las doce del veinticinco de Diciembre cuando, como consecuencia del cava y de la cena familiar, tuve una idea “genial”: Este año la Nochevieja íbamos a celebrarla en mi casa, y así, sin más, mandé un e-mail a cada uno de mis amigos, excepto a las chicas (preferí contárselo personalmente, mientras brindábamos con cava, la tarde de Navidad) convocándoles el treinta y uno, a las nueve, en mi casa, para la Fiesta de Fin de Año. ¡Menos mal que existen los catering!
A las chicas la idea les pareció fantástica. El lugar era perfecto, la compañía estupenda, la cena, de postín; ya sólo nos quedaba por resolver un detalle: ¿Qué me pongo? Y para ello, el viernes, nos fuimos de compras.
La primera en decidirse, eligió un fantástico pantalón ancho en terciopelo negro con un top de pedrería, semi-corte imperio, plateado, de lo más in. Las sandalias, imprescindibles estas fiestas, en plata haciendo juego con un gran bolso metalizado. Este año, aunque parezca increíble, los bolsos de noche ¡son enormes! Y para refugiarse del frío encontró una chaquetita ajustada en negro que le daba un aire muy elegante. Otra de las chicas se decantó por un sensual minivestido con espalda transparente y bordados, en un brillante verde pistacho que resultaba tremendamente chic. Las sandalias, como mandan los cánones, del mismo color que el vestido y como complemento un inacabable collar. Para completar el look elegimos un bolero adornado con una vistosa pluma.
Íbamos de tienda en tienda cuando de repente las cuatro nos quedamos paralizadas. En un escaparate un maniquí lucía una vaporosa, esponjada y fluida falda de seda granate con un femenino y pícaro cuerpo de encaje muy escotado, en blanco invernal y una capa con mangas amplias, el último grito en la elegancia de la lucha contra el frío. El conjunto se completaba con una espléndida pulsera atada a la muñeca. El traje llevaba escrito el nombre de mi amiga, así que no tuvimos más remedio que entrar a por él. Ya sólo quedaba yo, y como anfitriona, quería estar espectacular. Creo que he acertado con un impresionante vestido tubular, largo, de lentejuelas, en color dorado, sexy y atrevido en el que destaca el profundo escote en la espalda y el busto y los finos tirantes. Las sandalias, muy fashion, de tacón alto y con tiritas en el tobillo y como complemento unos gigantescos aros y un anillo de cocktail.
La tarde de shopping fue agotadora, pero mereció la pena. Nuestra glamourosa alfombra roja ya está preparada para despedir al anciano y saludar al bebé. Mientras uno se va y el otro llega, nosotras nos disponemos a brindar con Gabi, hoy, no con manhattan, sino con Champagne, por un ¡FELIZ AÑO NUEVO!

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